sábado, 12 de septiembre de 2009

Nicolas Chamfort



Se echa en falta la pereza de un malvado y el silencio de un tonto.


Más vale ser menos y ser lo que se es, incontestablemente.


La ambición prende en las almas pequeñas con mayor facilidad que en las grandes al igual que el fuego incendia la paja con mayor rapidez en las chozas que en los palacios.


El vulgo en absoluto cree en la pureza de ciertas virtudes y ciertos sentimientos; en general, el vulgo no puede alcanzar más que a las ideas básicas.


Existen pocos vicios que impidan a un hombre tener un montón de amigos, cosa que puede ocurrir de tener grandes cualidades.


Amistad de corral, fe de zorros y sociedad de lobos.


Se cuentan más locos que sabios y en el mismo sabio más locura que sabiduría.

No nos agrada toparnos con alguien más feliz que nosotros mismos.


La sociedad, los círculos, los salones, lo que se llama el mundo, es una pieza miserable, una ópera mala y sin interés, que apenas se sostiene mediante las máquinas y los decorados.


Cuando en el mundo se desea agradar, hay que resignarse a dejarse enseñar muchas cosas, que se saben, por personas que las ignoran.


Nadie tiene tantos enemigos en el mundo como un hombre recto, orgulloso y sensible dispuesto a abandonar a las personas ya las cosas por lo que son, más que aceptarlos por lo que aparentan.


Los primeros motivos de tristeza me han servido de coraza contra los siguientes.


Lo que comporta el éxito de buena cantidad de obras es la relación que se establece entre la mediocridad de las ideas del autor y la mediocridad de las ideas del público.


¡Miserables instituciones humanas que, nacidas sólo para inspirar el desprecio y el horror, exigen que se las respete y reverencie!

París, ciudad de diversiones, de placeres, etc., donde las cuatro quintas partes de los habitantes mueren de tristeza.


París, singular país, donde son necesarios treinta sueldos para cenar, cuatro francos para tomar el aire; cien luises para lo superfluo dentro de lo necesario y cuatrocientos luises para no tener más que lo necesario en lo superfluo.


¿Cómo es posible que, bajo el despotismo más vergonzoso, podamos pensar en reproducirnos?


Definición de un gobierno despótico: un orden de cosas donde el superior es vil y el inferior está envilecido.


"No he visto en el mundo-decía M...-, más que comidas sin digestión, cenas sin placer, conversaciones sin confianza, relaciones sin amistad y acostadas sin amor."


Antes de ser inmortal, deseo saber si voy a vivir.

Durante un asedio, un aguador gritaba por la ciudad: "¿A seis sueldos la medida de agua!" Cayó una bomba y se llevó una de sus cubas. "¡A doce sueldos!, gritó el aguador sin inmutarse.


Un francés fue admitido a visitar el gabinete del rey de España. Una vez que llegó a su sillón y a su mesa, exclamó: "¡Luego es aquí donde este gran monarca trabaja!". "¡Cómo trabaja! ¿Habéis venido aquí a insultar a Su Majestad?". Y se produjo una querella donde al francés le costó mucho esfuerzo hacer comprender al español que no había tenido intención de ofender a la Majestad de su señor.


M. de Lessay, hombre muy apacible, pero con gran conocimiento de la sociedad, decía que había que tragarse un sapo todas las mañanas para no encontrar nada desagradable en el resto del día.


Un filósofo retirado del mundo me escribió una carta repleta de virtud y razón, que acababa con estas palabras: "Adiós, amigo mío; conservad si podéis los intereses que os ligan a la sociedad, pero cultivad los sentimientos que os separan de ella."

Le pregunté a M.N..., por qué no alternaba en sociedad. Me respondió: "Porque no amo a las mujeres y conozco a los hombres."


M. de Choiseul-Gouffier, deseando, a expensas suyas, cubrir con tejas las viviendas de sus campesinos, expuestas a los incendios, aquéllos le dieron las gracias por su bondad y le rogaron que dejara sus casas como estaban, arguyendo que si sus casas estuvieran cubiertas de tejas en lugar de bálago, los subdelegados aumentarían sus contribuciones.


D..., amable misántropo, me decía a propósito de la maldad de los hombres: "Sólo la inutilidad del primer diluvio impide a Dios enviar un segundo."


Sé que se vive con dinero, pero también sé que no es necesario vivir para el dinero.


Se criticaba a M..., su gusto por la soledad, a lo que respondió: "Se debe a que estoy más acostumbrado a mis defectos que a los de otro."


La fortuna, para llegar hasta mí, habrá de pasar por las condiciones que mi espíritu le imponga.


La esperanza no es más que un charlatán que sin cesar nos engaña y, para mi, la felicidad no comienza sino cuando la he perdido.

Nicola Chamfort (1741-1794) Máximas, pensamientos, caracteres y anécdotas.

3 comentarios:

Elvira dijo...

Las dos primeras frases son las que más me han gustado, geniales.

Esta frase es muy triste pero cierta: "Los primeros motivos de tristeza me han servido de coraza contra los siguientes." Lo malo es que a veces llega lo bueno y nos encuentra cerrados a ello.

No he leído ninguna obra suya, pero sí varias frases citadas por otros. Como ésta, que me gustó mucho:

"El placer puede hallarse en la ilusión, pero la felicidad descansa en la verdad."

Un fuerte abrazo

La abuela frescotona dijo...

DOLOROSO PERO VERDAD, EL BULGO SOLO PUEDE ALCANSAR LAS IDEAS BASICAS,HOY MAS QUE NUNCA GRACIAS A LOS GOBIERNOS BANANEROS QUE TENEMOS ALGUNOS. UN ABRAZO.

Francisco Ortiz dijo...

Un mundo en el que cobran y luego se lavan la mano con la que han cogido -con mucha fuerza, eso sí- el dinero.