domingo, 11 de julio de 2010

Mark Twain



El hombre es la más odiosa de las criaturas.

Algunas personas pueden realizar todo tipo de actos heroicos, excepto uno: callar su felicidad ante los menos afortunados.

Deberíamos tomar precaución de extraer de una experiencia tan sólo la sabiduría que contiene, y detenernos en ese punto; si no, seremos como el gato que se sienta sobre la tapa de una estufa ardiendo. El felino no volverá a acomodarse nunca más en una estufa caliente, lo que es positivo; pero tampoco volverá a hacerlo en una fría.

Es el entorno humano el que crea el clima.

Existen diversas formas seguras de protegerse contra la tentación, pero la mejor es la cobardía.

Demos gracias a Adán, nuestro benefactor. Él nos salvó de la maldición del ocio y nos ganó para la bienaventuranza del trabajo.

Todo lo humano es patético. La fuente secreta del humor absoluto no es el júbilo, sino el pesar. No hay humor en el cielo.

He aquí el Nombre del inventor más grande de todos: Accidente.

El ruido no prueba nada. Una gallina que acaba de poner un huevo cacarea como si hubiese puesto un asteroide.

No reverenciamos el arco iris como los salvajes, porque sabemos cómo se forma. Hemos perdido tanto como hemos ganado por fisgonear en este asunto.

Dice el proverbio que la providencia protege a los niños y a los idiotas. Es cierto. Lo sé porque lo he comprobado personalmente.

Nunca he permitido que la escuela entorpeciese mi educación.

Mark Twain

4 comentarios:

Marcos Callau dijo...

Gracias por haber vuelto a escribir en este blog, Francisco. De vez en cuando uno necesita leer un texto como el de hoy y quedar reflexionando un rato.

Anónimo dijo...

buen texto, sí señor.

pepa mas gisbert dijo...

Muy optimista no era, no. (sonrío y con ganas).

s a n d r a dijo...

Me permites?
"Satán solía decir que nuestra raza vivía una vida de autoengaño continuo e ininterrumpido. Se estafaba a sí misma desde la cuna hasta la tumba con imposturas e ilusiones que tomaba por realidades, y esto convertía su vida entera en una impostura. De la veintena de buenas cualidades que imaginaba tener y de las que se envanecía, en realidad no poseía prácticamente ninguna. Se consideraba a sí misma como oro, y era solamente latón"
El Forastero Misterioso