domingo, 7 de octubre de 2007

Jules Renard



En el momento en que el condenado tiene la cabeza en la guillotina, antes de que cayera la cuchilla tendría que producirse un silencio. Un guardia saldría de las filas y entregaría un sobre al verdugo, y este le diría al condenado: "¡Es tu indulto!". Y haría caer la cuchilla.
Así, el condenado moriría feliz.

Jules Renard, Diario


1 comentario:

nancicomansi dijo...

Al filo de lo terrible, este Jules...